Entregan mausoleo en honor a exalcalde Jorge Altamirano
En una emotiva ceremonia, se realizó ayer la entrega del mausoleo en memoria del cinco veces alcalde de la provincia La Convención, Don Jorge Altamirano Andrade, considerado, hasta hoy, cómo la mejor autoridad.
El cementerio general de la ciudad de Quillabamba fue escenario de encuentros entre familiares de la exautoridad y amigos, quienes lo recordaron, no solo por su loable labor, sino por su calidad humana que tuvo con todos.
«Él mejor alcalde», «Fue todo un caballero en todo aspecto», «Hombre honrado, honesto que supo trabajar en bienestar de todos», fueron algunas de las frases que escuchamos durante nuestro recorrido, encontrando a más de una persona conmovida por tal merecido homenaje; sin duda, toda una personalidad don Jorge.
Conversamos con tres de sus extrabajadores para conocer sus apreciaciones, todos tuvieron palabras de elogio. Tal es el caso de Crispin Layme, quien trabaja desde hace 27 años en la municipalidad provincial. Hoy en día es el actual secretario general del Sindicato de Trabajadores Obreros Municipales (Sitraomun) junto a sus demás compañeros realizan dos veces romería en memoria de quien, todavía, consideran un amigo.
«Siempre realizamos una romería en su cumpleaños y otra recordando el aniversario de su partida, pero siempre está presente, los buenos recuerdos de alguien tan querido no se borran tan fácilmente», cuenta.
Está también Alejandro Cáceres, ex servidor municipal. Mientras conversamos recuerda ciertos pasajes con mucha tristeza, y piensa que hubiera hecho Don Jorge siendo alcalde hasta hoy con todo el ingreso económico que ha recibido la provincia, y que las autoridades no han sabido manejar.
«Con todo el canon que recibe la provincia, Don Jorge cuantas obras hubiera hecho, seguro todas de gran magnitud», expresa.
De la misma forma piensa, Lorenzo Layme, actual trabajador del negocio de la familia Altamirano, pero que conoció muy de cerca a la exautoridad. «Él nunca tuvo diferencias entre sus amistades, a todo trató por igual, hasta ahora recuerdo cuando tuve que venir en tren desde Santa Teresa para despedirlo» -cuenta mientras se le caen las lágrimas-. Historias como estas seguro se repiten en cada uno de los ciudadanos que añoran volver a tener una autoridad de la talla de don Jorge, aunque algunos me dicen -sería eso un sueño señorita-.